MUSICA MOVET AFFECTUS
Raquel Andueza y La Galanía (Concierto Lírico), Istituto Italiano di Cultura di Madrid. 04/06/2015. Raquel Andueza (soprano), José Manuel Navarro (violín), Pablo Prieto (violín), Josetxu Obregón (violonchelo), Jesús Fernández Baena (tiorba), Alberto Martínez Molina (clavicémbalo). Obras de José de Torres, Domenico Scarlatti, Silvia Colasanti y José de Nebra.
El Istituto Italiano di Cultura de Madrid, sito en la Calle Mayor, y dentro del ciclo de las 555 Sonatas del compositor italiano Domenico Scarlatti, ha vuelto a hacer un alto en el camino, como ya hiciera el curso pasado, desviándose del mundo sinfónico, para adentrarse en ámbito sinfónico vocal. Si en aquella ocasión eran Roberta Invenizzi y Sonia Prina, las encargadas de recuperar sendas obras olvidadas del país itálico, nos encontramos en esta ocasión con la soprano navarra Raquel Andueza y su orquesta de cámara, La Galanía, formada en 2010.
Para este concierto, además de la Sonata para clave en Do Mayor, K513 de Domenico Scarlatti, y varias piezas del barroco de nuestro país, se encargó a la compositora contemporánea Silvia Colasanti, una obra basada en las tres Lettere amorose de Scarlatti, basadas en sus tres cantatas. Este proyecto nace de una idea del ahora ex-director del Instituto, Carmelo di Gennaro, ferviente defensor de este y otros ciclos a lo largo de su mandato. No es algo casual, puesto que compagina su activad con su tarea de musicólogo, con la cuál estuvo a punto de ser elegido como Director Artístico del Teatro Regio di Parma en un concurso no exento de polémica. Por todo ello, esperemos que los que vengan tras él tengan el mismo interés en mantener esto a flote.
Raquel Andueza inició el concierto con la Cantata al Santísimo de José de Torres (1670-1738), para chelo, clave y tiorba, Flavescite, serenate. Escrita en latín italianizado, presenta varias arias muy bien expuestas después de un inicio de la tiorba, exquisitamente refinada en las manos de Jesús Fernández Baena, en las que se da rienda suelta a una larga agilidad dominada por la soprano, antes de engarzar sutilmente con el Allegro, Alleluia que concluye la cantat.
Pur nel sonno, la introducción a la cantata de Scarlatti, sirvió para apreciar la inatacable musicalidad y dicción de la soprano, como deja bien aclarado en las notas al programa, siendo la capacidad comunicativa del texto, una de las virtudes obligas al servicio del canto. Es por ello el título de esta crítica, escrita sobre la tapa del clave de Alberto Martínez Molina, teniendo en cuenta la atención a la prosodia de la lengua italiana, dejando frases de seductor calado, como ese «rendi amor se giusto sei», o su «poiché cresce il mio tormento quando ritorna il dì», tras una breve explicación antes de cada una de las piezas que se agradecen la mayor de las veces.
El clave fue protagonista antes del estreno absoluto de la obra de Colasanti (1975) y hubiera tenido el protagonismo que merecía si una parte del público recordase de vez en cuando que se encuentra en una sala de conciertos y no en un patio de vecinas, retrasando así el ataque de los primeros acordes, lo que afectó a los nervios del músico, aunque enseguida pudo concentrarse de nuevo en una interpretación que se nos quedó corta en duración.
No es habitual en las agrupaciones especializadas en música barroca, la incursión en unos repertorios digamos, más actuales. Y ahí radicaba el interés de este concierto, en ver qué era capaz de dibujar esta aún joven compositora romana que ya ha estrenado varias de sus obras en Italia. El hecho de ser una apasionada de este repertorio y haber estudiado bien sus formas, le permitió configurar una serie de diálogos a través de las cartas de dos enamorados, en las que la escritura, a excepción de unos preludios pródigos en vibratos, glissandi, y escalas eminentemente contemporáneos, resultó bastante fiel al estilo de la época. Lo muestran sus primeros acordes con el clave a modo de recitativo, la línea vocal, que no obstante exige de mucha habilidad por parte del intérprete y una entrada de la tiorba que practicamente actúa de pedal que acentúa la melodía. Aunque la propia compositora explicó que los textos están escritos en modo que la parte del enamorado y la enamorada se confundan, la música describe a la perfección a cada uno de ellos. Así, la parte de mayor dramatismo, aflora enseguida con las tremendas frases ti dirò spietata/ingrata que adelanta en gran medida, en pleno siglo XVII el belcanto más desgarrador de celos y amores dolorosos. La parte correspondiente a la última carta, finalizó con una bellísima smorzatura final mantenida en un piano voluble, sobre dal labbro mio vorresti sentir, pace.
El programa oficial se cerró con el aria de Céfiro de Viento es la dicha de amor, del compositor José de Nebra (1702-1768), «Selva Florida». Allí, las virtudes de Andueza volvieron a aflorar en una página interpretada habitualmente por mezzos, en una escritura de esas híbridas, que exigen una voz cubierta en el centro, con notables ascensos hacia arriba o hacia abajo, en los que jamás fuerza el sonido en busca de resonancias más robustas, y mantiene esa nitidez y frescura tan importantes en este repertorio. A pesar de la repetición de muchas de las frases, en ocasiones en la misma tonalidad, se permitió hacer unas variaciones en el da capo muy bien ejecutadas, que le llevaron a interpretar, esta vez a modo de propina, un aria de la ópera de Lully, Le Bourgeois gentilhomme, otra página de pasiones amorosas y fuertes suplicios, que no puede cerrar de mejor manera un programa dedicado a las pasiones y sentimientos extremos. Ya lo dice ella, sé que me muero de amor; y solicito el dolor.
Autor: Arian Ortega.